En una
granja no muy lejos de aquí vivía una gallina hermosa como ninguna y querida
por todos, pues era muy amable y cariñosa.
Jacinta
era muy feliz en la granja, pero quería que su belleza no se quedara solo ahí,
quería compartir con todo el mundo su belleza así que, en cuanto se enteró de
que había un concurso de belleza de animales, preparó su maleta, se despidió de
sus amigos de la granja y partió hacia el lugar del concurso.
Allí
pudo ver que había muchos animales, algunos bellísimos, pero ella estaba
convencida de que no había animal más hermoso que ella, por lo que no se
preocupó ni un instante.
Llegada
la hora del concurso los jueces observaron a todos y cada uno de los animales
candidatos, haciéndolos desfilar por una pasarela como si fueran modelos.
Jacinta
paseó con todo su arte por la pasarela, alzando el pico y caminando con mucha
elegancia, mientras los jueces la observaban con atención.
Finalmente
llegó el momento de la entrega de premios y todos los preciosos animales
estaban muy nerviosos, pero Jacinta no, pues estaba segura de que el primer
premio sería suyo.
El
jurado comenzó a nombrar a los ganadores; el tercer premio fue para un pez que
era muy bonito, pero que no se podía comparar con la belleza de la gallina.
Después, un juez contó que la siguiente decisión había sido difícil, pero que
el primer puesto era para la oruga de ojos grandes y el segundo era para
Jacinta.
Ella no
podía creer lo sucedido, debían estar equivocados, o ella debía estar soñando.
Cuando una jueza se acercaba a ella para ponerle la medalla de plata, la
gallina saltó y se marchó corriendo, pero al llegar a la salida encontró allí a
todos sus amigos de la granja.
Le
contaron que habían visto el programa en la televisión y que habían venido a
felicitarla, pues no sólo había sido la segunda más bella del concurso, sino
que además era el animal más hermoso que había en la granja.
Jacinta
se dio cuenta entonces de que la belleza no era importante pues, aunque era muy
bonita, eso no lo era todo, ya que sin sus amigos no sería la misma. Así que
entró nuevamente, aceptó la medalla de plata y felicitó alegremente a la oruga,
que era realmente hermosa, y acabó haciéndose muy buena amiga de Jacinta.
¿Te animas a pintar a la gallina Modesta?
¿Te animas a pintar a la gallina Modesta?
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