Modesta
era una tortuga verde y muy bonita, que vivía muy feliz dentro de su caparazón,
pues lo tenía decorado muy bonito con dibujos de colores y flores que, además
de ser muy bonitas, olían muy bien.
Muchos
animales se asomaban al caparazón a observar lo bonita que era la casa de
Modesta por el interior, y quedaban fascinados, pues nunca habían visto una
casa como aquella.
Un día,
Modesta salió de su caparazón para ir a recoger flores silvestres y, cuando iba
a regresar, un coche pasó por encima de su caparazón y lo rompió en mil
pedazos.
¡Modesta
no podía parar de llorar! Todos los animales intentaban consolarla, pero no
podían, Modesta había perdido su casa y con ella todo lo que tenía dentro,
había quedado hecho pedazos.
Los
siguientes días, la triste tortuga se quedó en casa de su amiga la liebre y, un
día, recibió una gran sorpresa. Todos los animales estaban por fuera de la
madriguera de la liebre con un regalo muy grande para Modesta.
Con la
ayuda de un gato y un mono abrió el paquete y… ¡No lo podía creer! Dentro del
paquete había un caparazón, muy parecido al que ella tenía, pero hecho de
madera.
Los
animales le contaron que lo habían hecho entre todos, los elefantes habían
arrancado el árbol, el búho más sabio había escogido el mejor trozo de madera
del árbol, el gato con sus afiladas uñas había cortado ese trozo, los pájaros
carpinteros le habían dado la forma del caparazón y los ratones se habían
encargado de la decoración del interior.
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